Belvedere

Aquí en Vale do Quilombo, prefiero el verbo contemplar. La increíble vista, a 850 metros de altura, está rodeada de hortensias especialmente en verano. La sensación de libertad y presencia son solo el comienzo.

Si eres un aficionado a la fotografía, este es el consejo: por la mañana la iluminación es mejor. Por la tarde, el recorte en la naturaleza es increíble. La neblina (niebla) hace que todo sea más bucólico.

Con buen ojo, busca en medio del verde los edificios históricos de la “Línea 28” e imagina la vida que llevan hoy algunas personas en la colonia.



En el silencio de la naturaleza, se puede imaginar la antigua “campiña herbosa”, por donde pasaban arrieros y vendedores ambulantes a fines del siglo 19. En la revolución federalista, que “intentaba separar el Sur de Brasil”, aquí se preparaban emboscadas.

Un camino también bendecido. El padre Theodoro Amstad, quien recorrió los caminos coloniales entre 1897 y 1905, describió visiones y espejismos al atardecer, mientras buscaba a los fieles en los claros del bosque.

¡Estar aquí sigue siendo una bendición!

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